Acompañados por la gentileza de Carlos Skliar (quien estuvo a cargo del prólogo y de la presentación), en el barrio de Palermo, Libros del pasaje abría las puertas… Vagus, los brazos. Las sonrisas llegaban solas o de la mano de más sonrisas. Las voces iban encontrando sus sillas. Las miradas se hacían tacto. Una caricia colectiva acontecía.
PD: Caricia viene de querido, de querer… Quizás, la librería ya no era librería; tal vez, éramos la esperanza de lo que fue espera… Allí, hilados por el querer, hacíamos del aire nuestra querencia.